Las palabras, más antiguas que la piedra

Dos señoras charlando, bajo un arco, en Santa Gadea del Cid. Un arco de piedra muy antiguo, pero me parece que más antigua es aún la charla, aunque sean distintas las mujeres que hayan charlado debajo del arco. Las palabras más antiguas que la piedra o la piedra más antigua que las palabras. 

Amigas

Sin hacer nada de particular, en Semana Santa, un día de bastante frío. En el pueblo con las bicis. Cuando éramos niñas. Todo fácil, sin problemas. Felices. Luego a cenar, a jugar al bote-bote, o a lo que fuera. Los días del pueblo. 

El retroceso de la civilización


El tempolo de Apolo en Dídima fue uno de los restos romanos más impresionantes de los muchos que vimos en nuestro viaje a Turquía. Solo quedaban un par de columnas levantadas, pero lo suficiente, con el soporte del templo, como para hacerse una idea del tamaño de aquel edificio grandioso. Y de repente veo aquellas sombras cruzando ante las gradas que subían al templo. Era inevitable pensar que, como mucho, la civilización no había avanzado nada, si dos mujeres tenían que ir así vestidas en pleno siglo XXI, como dos sombras. 

Dos puertas para una entrada


Resulta muy impactante la persona que va a entrar al museo dedicado al Apartheith, en Johannesburgo, el tener que elegir la puerta de acceso por el color de tu piel. Supongo que cualquiera podría entrar por las dos puertas, pero el anuncio te resultaba incómodo. Sentías que se te estaba quitando tu libertad. Si esta sensación tienes como turista, me imagino cuando la cosa no se limitaba a perturbar al turista, sino que no respetar los carteles podía tener consecuencias dramáticas. Lo cierto es que es triste las cosas que llegamos a cometer los seres humanos por pura soberbia.  

La pirámide truncada


Pocos sitios he visto más extraños que este. Está cerca del puerto del Escudo, entre Cantabria y Burgos. Al lado del inmenso pantano del Ebro. Es una pirámide que por dentro está llena de pequeños orificios para depositar los restos de los soldados italianos muertos en la Guerra Civil por esa zona. Si uno se fija bien, verá que la entrada a la pirámide es una enorme letra M, de Mussolini. Todo está abandonado, por dentro y por fuera. Pero no deja de impresionar esta pirámide en medio de la nada, al lado de un pantano, aunque esté ya truncada. 

El terror a la puerta de la esquina

En mi pueblo llaman a este lugar "la autosia" (así, sin pronunciar la pe), y es el lugar más terrorífico que conozco. Está junto al cementerio. Es una pequeña habitación, como una casa pequeña, con un pequeño jardín delante (bueno, hoy en día un espacio lleno de maleza). Allí se entra por otra puerta, que está rota. El lugar no puede ser más tenebroso: sobre la mesa de cemento hay una madera en que posaban el cuello del cadáver. Me parece increíble que después de un montón de años sin utilizar esté allí todavía. El abandono aún hace a este lugar más terrorífico, con las goteras y la suciedad. Da mucho miedo imaginar lo que hacían allí. Me contó una vez mi padre que cuando eran chavales hicieron sobre esa mesa una sesión de espiritismo. ¡Es imposible que allí no se manifieste un muerto!

Lo que pasa y lo que queda


En algún lugar de la costa cantábrica asturiana esta sacada esta fotografía. Unas ruinas frente al mar inmenso. Entre las ruinas aún se levanta un arco. Lo que hace el ser humano y lo que está hecho desde siempre. Aunque ambas cosas son bonitas, lo que está hecho desde siempre es apabullante. Imposible competir con ello. 

¡Leones en Palencia!

La villa romana de La Olmeda, cerca de Saldaña, en el norte de la provincia de Palencia, tiene unos mosaicos increíbles. Además de ver cruces gamadas por todos los sitios dos mil años antes de los Nazis, se ven escenas de caza como esta, donde un león está matando a un ciervo. ¿Dónde habría visto el señor que hizo el mosaico un león? ¿Habría venido de África o es que por esos tiempos andaban leones sueltos por la meseta castellana?

Una foto de la eternidad


Atardece en Retimno, en la isla de Creta, pero podría ser el atardecer de cualquier sitio. Apenas se ve a una persona solitaria caminando por la playa y el sol inmenso sobre las olas. Más allá el perfil de la costa se confunde con el mar. A veces la cámara fotografía un instante muy concreto, pero otras veces parece que fotografiara la eternidad. 

La blandura del mármol


Hace un par de años hicimos una visita a la catedral de Burgos. De entre las muchas cosas sorprendentes que se pueden ver allí, me llamó la atención este sepulcro, que está en la Capilla de los Condestables de Castilla, que es tan grande que parece una catedral ella sola. Me impresionó mucho la perfección de esta escultura, hecha en mármol. Parece mentira que un material tan duro como el mármol de sensación de blandura. La cabeza de doña Mencía de Mendoza (que me he informado de quién era esta señora) descansa sobre la almohada, que cede ante el peso de su cabeza. Allí sueñan ella y su marido el sueño eterno, en la blandura del mármol. 

Estatuas populares


Frente a las grandes estatuas de los héroes de la patria, cada vez se ven más estatuas populares. La lechera, el repartidor de periódicos, el fotógrafo, etc. Son homenajes colectivos y anónimos. Una de las primeras que recuerdo fue a este señor que salía de una alcantarilla en Bratislava (no era la única estatua de este tipo en esta ciudad). Parece un homenaje a todas las personas que se dedican a limpiar las alcantarillas. Me sorprendió mucho, por estar al nivel del suelo (o por debajo de su nivel), y porque es de las primeras que veía dedicadas a personas anónimas y humildes.

Una cara demasiado grande

Cuando vi este enorme retrato en el Museo de La Revolución, en La Habana, pensé que era demasiado grande. Cuando las personas poderosas aparecen en estatuas gigantescas o enormes retratos es una mala señal. Ellos piensan (o alguien piensa de ellos) que son más que los demás. Y entonces llegan los problemas, porque es gente que no solo cree que tiene siempre razón, sino que no puede aguantar que alguien le diga que no la tiene. 
Por mucho que le quieran a uno, es preferible una estatua o retrato pequeño o, todavía mejor, nada. 

¿Qué fueron, sino rocíos de los prados?

Monumento a Jorge Manrique en Paredes de Nava
Es mi poeta favorito, y no es porque tenga mi mismo apellido. Es porque, a diferencia de otras poesías, la primera parte de las Coplas a la muerte de su padre se entiende muy bien. Con palabras muy sencillas consigue un mensaje impresionante, que además suena fenomenal, aunque sea muy triste. 

En este monumento que está en su pueblo natal, en Paredes de Nava, provincia de Palencia, se le ve muy triste, como soñando sus coplas. 

¿Qué fueron, sino rocíos de los prados?
Es increíble cómo te hacer ver con solo un imagen toda una idea. Todas las riquezas y los honores fueron... como rocíos de los prados. Un día, andando por mi pueblo, vi lo que dura al sol el rocío en los prados. En la sombra aún se conserva, pero desaparece al instante donde da el sol. 

El elogio del horizonte


Por muy acostumbrada que esté a verlo en el cerro de Santa Catalina, este monumento siempre me parece fascinante. Un círculo incompleto, unos pilares sólidos. Tan simple y tan contundente. Justo debajo se escucha el murmullo del mar. Se ha ido convirtiendo poco a poco en el símbolo de la ciudad. Y casi lo mejor no está hecho de cemento. Lo mejor es su nombre: El elogio del horizonte

En Pretoria, tras Nelson Mandela


En Pretoria, la capital de Sudáfrica, hay una estatua enorme en honor de Nelson Mandela frente al parlamento del país. Mira a la ciudad con los brazos abiertos, como transmitiendo confianza y paz. Para apreciar su volumen, es interesante fijarse en la gente que está más cerca de la estatua. Las vueltas que da la vida, de la cárcel a ser aclamado como el padre de la patria

Los Alpes, sobre un mar de nubes


Ya ni me acuerdo hacia dónde íbamos o de dónde veníamos, pero sí de que teníamos que hacer escala en Zurich. Y al mirar por el ventanuco del avión me encontré con esta visión espectacular de los Alpes nevados sobresaliendo por encima de las nubes. Metida en un avión, esa imagen te parece irreal, como si las piedras también flotaran sobre las nubes de algodón. Aquí el blog no puede tener un título mejor: Otro día en el aire.

Los que hacen las rutas


En nuestras múltiples salidas por Asturias (y fuera de Asturias) para hacer rutas de senderismo, siempre nos encontramos las señales de los que estuvieron antes marcando el camino. Son ayudas anónimas escritas en un código universal que nos ayuda a no extraviarnos. Nunca nos hemos encontrado con ninguno, con su brocha y su caldero de pintura. Son muy disciplinados, porque sus marcas se atienen a lo convenido, nunca se les ocurre poner al lado una gracia o algo personal. Esta fotografía es un humilde homenaje a todas estas personas. 

Tabanera


Para una chica de ciudad no deja se ser impresionante que le hablen de un pueblo abandonado. No muy lejos del pueblo de mi padre (también mi pueblo) quedan los restos de este pueblo abandonado, donde ya no vive nadie. A veces vamos con la bici, y damos una pequeña vuelta por sus casas arruinadas o nos metemos en su iglesia. Hasta hace poco tenía tejado, pero también ha caído. Ahí queda en medio de los campos de cereal, con la montaña palentina a lo lejos, el Curavacas a la derecha, y el Espigüete a la izquierda. 
Es imposible no pensar que en aquel lugar vivió gente, y allí pasó su niñez, aprendió a leer y pasó cosas buenas y malas. Y ya no queda nadie.  

En la celda de Nelson Mandela


Tiene que ser terrible estar en la cárcel. Cuando estuvimos en Sudáfrica, estuvimos en una reproducción de la celda donde pasó tantos años preso Nelson Mandela. Lo que más me impresionó fue la mirilla, cuando se cerraba la puerta. Y cuando vi esta foto, me pareció casi más terrible la vista desde fuera de la persona que está dentro. Todos deberíamos nacer libres y vivir libres. 

El Colacho, en Castrillo de Murcia


De las fiestas populares que conozco, esta es la más extraña y emocionante. Un señor vestido de manera muy extravagante (con una especie de mono amarillo y rojo) y con la cabeza cubierta por una máscara espantosa, corre detrás de la gente a la que golpea con una especie de rabo de toro. La gente, sobre todo los niños, lo pueden insultar si quieren, mientras corren delante de él. Pero lo más impactante es cuando, por la tarde, salta sobre los recién nacidos, a los que ponen sobre colchones, para librarlos de malos espíritus. La madres lo pasan fatal, pensando que el Colacho puede calcular mal el salto o tropezar y caer sobre sus bebés. 

El ayuntamiento de Estocolmo


Aquí estoy frente al ayuntamiento de Estocolmo. Lo que más me impresionó de este lugar (Estocolmo es una ciudad extraña, llena de islas y canales) es que es el utilizado para el banquete de los premios Nobel. La torre del edificio es enorme, un poco desproporcionado con el resto del edificio, y el color como un poco triste. Yo me habría imaginado otro lugar para el banquete de los premios Nobel. 

El buleterion de Priene


En estos tiempos en que parece que todo se está inventando en la política, me resultó increíble ver el lugar donde se reunía el consejo de la ciudad de Priene. El consejo se llamaba bulé, y el sitio donde se reunían, buleterion. Es impresionante ver lo bien conservado que está este lugar de reunión para los representantes de esa especie de gobierno de la ciudad elegido democráticamente. No costaba nada imaginarse a aquellos antiguos griegos de Jonia (hoy, parte de Turquía) sentados en esas gradas de piedra, debatiendo y votando sobre sus asuntos. Cuando nos sentamos sobre esas piedras sentías una emoción extraña. No muy lejos había un teatro, y las ruinas de un templo. Muy cerca del mar Mediterráneo, no muy lejos de Mileto y de la isla de Samos. 

Reciclaje de bicicletas


Cuando ya han pasado de moda o están inservibles para andar con ellas, las bicicletas aún pueden tener una segunda vida. Todas estas me encontré yo en un hotel de Riaño, utilizadas como soportes para plantas. Un interesante sistema de reciclaje y una segunda oportunidad.

El faro de Chania


Era como si el mar nos fuera a devorar a Bea y a mí. De repente, el Mediterráneo se puso furioso y golpeaba a un lugar tan tranquilo. Chania es una bonita ciudad marina de Creta. Fuimos andando hasta su faro por un largo espigón. Un faro que está a la entrada del puerto y que parece más un minarete. Y el banco vacío, que era como un desafío y en el que no nos atrevimos a sentar.

La felicidad


Con mi bici nueva viniendo de la fuente del piojo, a la caída del sol, una tarde de verano, con el olor de los campos de cereal segados y la frescura del agua de los aspersores, que hay que esquivar si no quieres mojarte. Una ligera brisa y dejarse ir por la bajada. La felicidad.

Navegando por la albufera


Todavía hay cosas que no entiendo de la albufera de Valencia. Lo primero cómo es tan poco profunda. Los pescadores tiraban de la barca con un palo largo que llega al fondo. Lo segundo, cómo es posible que, rodeada por tantos pueblos con un montón de bloques de pisos todavía esté tan limpia. Tercero, su relación con el mar, puesto que tiene agua dulce, pero también tiene contacto con el agua salada del mar. 

Nos dijeron que los árabes la llamaron "el espejo del sol", y que el nombre de albufera viene del árabe, "el pequeño mar". En la foto el espejo reproduce la imagen del pescador, pero recortada por el movimiento del agua. El día que estuvimos allí vimos un montón de aves, y me pareció un lugar bellísimo. A ver lo que dura. 

La mitología


Aquí estoy sentada junto a una esfinge (por suerte, según lo que cuentan de la esfinge de Delfos, se piedra). Es el palacio de Belvedere, en Viena. Allí, por cierto, todos los palacios eran enormes y perfectos. Si uno se fija, tiene patas de león, tiene alas y cuerpo de mujer. Es una imaginación absurda, sin duda, que no existe ni ha existido nunca. Pero que a alguien se le ocurrió y a muchos más les fascinó. Y por eso hasta se hacen estatuas en honor a ese disparate. 

El infierno en la catedral de León


En la portada principal de la catedral de León, a la vista de todo el mundo, está esta representación de los castigos del infierno. Se ve a los diablos metiendo a las almas de los pecadores en unas potas enormes, y a grandes monstruos devorando a otros. La gente de aquella época, la mayoría analfabeta, debería aterrorizarse al ver estas escenas. Ahora casi hasta nos parece un poco infantil. Por cierto, los pecadores parecen todas o casi todas mujeres. ¡Qué raro!

A Collanzo


En una de nuestras rutas de senderismo paramos en la estación de Fuso de la Reina. Allí hay unos carteles antiguos que indican la dirección a Oviedo y a Collanzo. Es una estación muy particular, una casa muy estrecha entre las vías. Me gustó este cartel, con su flecha y su preposición, y con esas letras antiguas de color amarillo. Y parece que apunta a las rocas, a la montaña. 

En mi reino, allá por portugal


Está en un rincón un poco remoto de Portugal, al lado del río Duero, que allí se llama Douro. Portugal es un lugar de gente muy amable, y se está como en casa, todo resulta muy familiar. 

Aunque yo no pude percibir gran cosa, me enteré de que allí se hablaba un dialecto del leonés, el mirandés. Eso me pareció una cosa muy sorprendente, como si las lenguas saltaran por encima de las fronteras, o como si las fronteras se pusieron por encima de las lenguas. 


Un gato turco


En una cena en un hotel de Antalya, al sur de Turquía, nos acompañó este gato. Pensé entonces cómo se adaptaría este animal si nos lo lleváramos a España, si notaría algún cambio extraño, además, claro, de no conocer los lugares por donde vivía. Es decir, si se le haría raro nuestro idioma, nuestras costumbres, nuestra comida. Si sentiría nostalgia a su manera de su país, o en un par de días ya estaría adaptado. 


Este gato allí se quedó, y supongo que seguirá acompañando la cena a los turistas.

Una pareja que lo tiene muy difícil


Aunque era a mediados del mes de agosto, en Helsinki coincidimos con una fiesta de comienzo de curso, o algo así, de chicos y chicas de instituto. En un parque muy céntrico de la ciudad (creo que se llamaba Esplanadi, o algo parecido) había un montón de chicos y chicas mojándose en las fuentes públicas. Aquello parecía más un país latino que la perfecta Finlandia. 



El caso es que en la foto vemos una historia de amor imposible, entre la chica de bronce que parece tímida y avergonzada, y el chico, que parece que la trata con demasiada confianza. Pero la estatua seguirá ahí muchos años y del chico no creo que volvamos a saber nada. 

Navegando por los campos de Castilla

El canal, aguas arriba
No muy lejos de mi pueblo (del pueblo de mi padre, para ser exactos) pasa el canal de Castilla. Aunque me lo han explicado varias veces me cuesta mucho entenderlo. Parece ser que la idea era transportar el cereal de Castilla hasta el puerto de Santander. Y que era mucho más fácil y rápido hacerlo con barcas que por caminos, con carros.
El canal, aguas abajo
Primera dificultad: ¿es todo tan llano que no hay que subir y bajar, aunque sea una pequeña montaña? Segundo: Si las barcas tenían que ser tiradas por mulas, ¿no sería más fácil ir con un carro por el camino? Tercero ¿Si se cruzaban dos barcas, había sitio para pasar? ¿O es que esa carretera de agua sólo tenía una dirección?

Alguna respuesta he conseguido. Por ejemplo, para los desniveles había un sistema llamado de esclusas. Es decir, en un desnivel la barca no baja a lo loco por la corriente, y menos todavía sube contra la corriente, sino que va subiendo por niveles, una vez que se apresa el agua. En la foto de arriba vemos el sistema que se conserva a las afueras de un pueblo de Palencia llamado Frómista. En la foto de arriba se ve el canal hacia el norte, y en la de abajo, hacia el sur. En cuanto al tema del trigo, nos dijeron que había muchas factorías para hacer harina a los lados del canal, o sea que no todo iba para Santander. 

Lo que sí que sé es que este proyecto tan loco de hacer carreteras de agua por Castilla se vino abajo cuando se inventó el tren, y todo el grano podía ir en vagones. Lo bueno es que todavía queda el canal, y ahora va por el un barquito turístico que produce la rarísima sensación de navegar entre los campos de cereal de Castilla. 





Seriedad a la entrada del Kremlin


Debe ser terrible tener que aguantar sin mover el cuerpo y con cara seria que se te pongan cientos de turistas al lado a sacar fotos. Los turistas hacemos bromas, decimos tonterías (que ellos no entienden) y molestamos como moscas. Pero ellos no mueven un músculo de la cara porque, en realidad, no hacen nada. Sólo están ahí quietos y firmes durante horas hasta que llegan otros a sustituirlos. Daba ganas de hacerle cosquillas o decirle una broma en ruso, para ver si se reía un poco. ¡Qué paciencia!

Una fotografía con más de ocho siglos

A mi padre le gusta el arte, así que muchas veces vamos por ahí a ver iglesias y monasterios. Esta iglesia está en un pequeño pueblo de Burgos llamado Rebolledo de la Torre.

En este capitel se ve a dos caballeros luchando con sus lanzas y su armadura. Aunque se han perdido trozos de la piedra aún se aprecia muy bien. Aunque parece como el dibujo de un niño, me impresionó mucho que la lanza del caballero de la derecha entra por la cabeza del otro. Me pregunto si la escultura representa algo que sucedió en la realidad o se la sacó de la cabeza el escultor sin más. El caso es que lleva allí más de ocho siglos.

A orillas del Danubio, en Bratislava


De aquel día me acuerdo sobre todo del cansancio. Fuimos de Viena a Bratislaba en autobús (deben de ser las dos capitales de Europa más cercanas). De la capital de Eslovaquia sólo me acuerdo del Danubio, un río enorme. Y ahora que veo la fotografía, me llaman la atención todos los bloques de pisos que hay detrás, que parece que los han cortado con un cuchillo. Todos iguales y a la misma altura. 

El zapato de Marilyn Monroe

Esta estatua está en una pequeña ciudad noruega, en Haugesund, a más de 400 kms de Oslo. Nos extrañó mucho una estatua de una actriz norteamericana en aquel remoto lugar. Pero luego nos enteramos de que su padre era noruego y que su primer nombre fue Norma Jeane Mortenson. 

Lo que más me gusta de la estatua es que la actriz se quitara el zapato para estar más cómoda. Además su postura es muy poco de estatua, como muy relajada y a la vez coqueta. Otra cosa que pensé es que, con el frío que hacía aquel día de verano, cómo sería el invierno, al lado del agua y con una ropa de tan poco abrigo.