Una cara demasiado grande

Cuando vi este enorme retrato en el Museo de La Revolución, en La Habana, pensé que era demasiado grande. Cuando las personas poderosas aparecen en estatuas gigantescas o enormes retratos es una mala señal. Ellos piensan (o alguien piensa de ellos) que son más que los demás. Y entonces llegan los problemas, porque es gente que no solo cree que tiene siempre razón, sino que no puede aguantar que alguien le diga que no la tiene. 
Por mucho que le quieran a uno, es preferible una estatua o retrato pequeño o, todavía mejor, nada. 

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