El elogio del horizonte


Por muy acostumbrada que esté a verlo en el cerro de Santa Catalina, este monumento siempre me parece fascinante. Un círculo incompleto, unos pilares sólidos. Tan simple y tan contundente. Justo debajo se escucha el murmullo del mar. Se ha ido convirtiendo poco a poco en el símbolo de la ciudad. Y casi lo mejor no está hecho de cemento. Lo mejor es su nombre: El elogio del horizonte

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